Apiensos

Espacio para el debate de ideas y otros contubernios

sábado, octubre 02, 2004

Mi señor impetuoso

Al recordar la primera vez que te vi,
he vuelto a sentir las mismas emociones.
El encuentro fue anhelado por mucho tiempo y por fin
ahí estabas, frente a mí, majestuoso e imponente
no podía dejar de contemplarte.

Escuchaba un murmullo subyugante,
que hechizaba los sentidos y acariciaba dulcemente.
Un susurro embriagador, cual latido apasionado
suavemente arrullador como el amoroso abrazo.

La penumbra de la aurora llegó,
enmarcando una danza con el viento
en bruma y espuma,
en olanes y encajes
en un vaivén rítmico,
en una oscilación armoniosa.

Calor y luz se acercaban,
sus colores los delataban
azul, rosa, lila, amarillo, naranja …
se unieron a la danza,
al compás cadencioso de una sinfonía voluptuosa.

Así en cada encuentro, mi Señor impetuoso,
haces sentir tu fuerza y tu suavidad al mismo tiempo,
eres abismo y misterio,
eres el Mar profundo y el inmenso Océano…

Por Heda

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