Apiensos

Espacio para el debate de ideas y otros contubernios

domingo, octubre 24, 2004

Reflexiones sobre el apego

-El desapego es la autorización que le damos al universo para que haga las cosas de la manera que más nos conviene.

-El apego a los resultados es la falta de confianza en el poder superior y la necesidad de control.

"La vida es el juego interminable en el que se nos va ella misma"

Lety

viernes, octubre 15, 2004

Biografía(s)

Damián es mi mejor amigo. Lo conozco desde que éramos pequeños. Entonces yo llenaba mis soledades infantiles de hijo único prendiéndole fuego a los juguetes que me regalaba mamá [era fascinante cómo las hormigas huían para evitar el plástico derretido sobre sus lomos]. Pero cuando Damián llegó ya nunca más estuve solo. Hacíamos todo juntos: íbamos a la escuela, jugábamos por las tardes, conversábamos tirados de panza en el césped. Fuimos creciendo, siempre juntos. Aunque hubo un tiempo, cuando ingresé a la secundaria, en el que casi no lo veía. En aquél entonces me hice de otros amigos, y Damián se distanció un poco. Luego, ya en la preparatoria, su presencia se hizo más frecuente. Sólo que ahora era se había transformado en alguien más violento: ya no le bastaba reventar mininos a base de alka seltzer. Ahora agredía personas. A mí eso no me gustaba de él. Pero era mi amigo y lo aceptaba [él siempre estuvo ahí, y yo le debía tanto]. Es muy inteligente, y siempre se había salido con la suya, hasta que se le pasó la mano con aquella señora, Esther, creo. Terminó por matarla a golpes. Nadie me cree que fue él. Dicen que Damián vive sólo en mi mente, e insisten en tenerme aquí, encerrado, atado. Ellos creen que me tomo la medicina que me dan, pero no tienen idea. Ups, creo que logré zafarme un poco. Sí, mi mano está libre. Que bueno, porque ahí viene la lindísima enfermera con esas ricas pastillitas azules. Se parece tanto a mamá. Le sonreímos.

Rencoria

sábado, octubre 02, 2004

Mi señor impetuoso

Al recordar la primera vez que te vi,
he vuelto a sentir las mismas emociones.
El encuentro fue anhelado por mucho tiempo y por fin
ahí estabas, frente a mí, majestuoso e imponente
no podía dejar de contemplarte.

Escuchaba un murmullo subyugante,
que hechizaba los sentidos y acariciaba dulcemente.
Un susurro embriagador, cual latido apasionado
suavemente arrullador como el amoroso abrazo.

La penumbra de la aurora llegó,
enmarcando una danza con el viento
en bruma y espuma,
en olanes y encajes
en un vaivén rítmico,
en una oscilación armoniosa.

Calor y luz se acercaban,
sus colores los delataban
azul, rosa, lila, amarillo, naranja …
se unieron a la danza,
al compás cadencioso de una sinfonía voluptuosa.

Así en cada encuentro, mi Señor impetuoso,
haces sentir tu fuerza y tu suavidad al mismo tiempo,
eres abismo y misterio,
eres el Mar profundo y el inmenso Océano…

Por Heda

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